Triunfar sin renunciar
Creado por Carmen Méndez , el Jueves 30 de Diciembre de 2010

Si algo caracteriza a quienes llevan las riendas del siglo XXI es la diversidad, algo común a ellas.

No habrá igualdad en el mundo de la empresa hasta que haya una mujer incompetente en un comité de dirección y no pase nada. No se pongan en guardia, que no es una guerra de sexos, sino una pequeña broma en un descanso que se permitieron Blanca Montero, subdirectora de Banco Sabadell, y otras siete compañeras que trabajaban en un estudio sobre medidas para aumentar el número de mujeres en la dirección de las empresas.

La anécdota la cuenta Montero en el libro 1058 preguntas a mujeres de éxito, un proyecto de la consultora &samhoud, que ha reunido entrevistas a 28 mujeres de éxito en sus carreras profesionales. Ana Patricia Botín, CEO de Santander UK; Amparo Moraleda, directora general internacional de Iberdrola; Carina Spilzka, directora general de ING Direct; María Dolores Dancausa, consejera delegada de Bankinter; Eva Castillo, la primera mujer consejera de Telefónica, o Patricia Abril, directora general de MacDonald’s España son algunas de las mujeres que han accedido a lo alto de la cumbre profesional, incluso en el sentido literal, como la alpinista Edurne Pasabán.

Otras lo han hecho desde ámbitos diferentes como la escritora Espido Freire o la directora de orquesta Inma Shara, que admite que “hay un desconocimiento enorme de cuál es el cometido de un director de orquesta. Uno no sólo es director en el momento en que sale a escena”.

Rocío Puerta, que dirige la consultora &samhoud y es coautora del libro junto a Rubén Fernández-Costa, explica que “lo que añade valor a todas ellas es la diversidad. Las mujeres aportan una manera diferente de resolver los conflictos y plantear estrategias. Ejercen un liderazgo centrado en el que buscan más la empatía, el entendender a los demás y ponerse en su lugar para sacar lo mejor de ellos”.

El 60 por ciento de los licenciados españoles son mujeres, pero sólo el 8% de los puestos en los consejos de administración están ocupados por ellas. El dato se aportó en la presentación del libro. Todavía son muy pocas las mujeres que llegan a los más alto.

Una de ellas es Ana Patricia Botín, de quien Luis Huete, profesor del IESE, destaca cuatro rasgos de líder: su inconformismo, su apuesta por la innovación, su vocación comercial y su olfato de márketing, y su habilidad para equilibrar sus capacidades personales con las de sus colaboradores más directos. A esto se suma algo sin lo que todo lo demás se desmoronaría: su enorme exigencia personal.

El trabajo de dirección tiene, además, esa parte que no cesa de motivar a los equipos y sacar lo mejor de ellos. Lo destaca Eva Castillo, la primera mujer que accedió al consejo de Telefónica. Para ella, el liderazgo es la habilidad para superar situaciones de crisis. “Hay que tener los objetivos claros, muchísima información y comunicación con el equipo para que se sienta tan involucrado y motivado como tú en los proyectos”.

Todas reconocen que hablando de liderazgo femenino es fácil caer en el tópico. Pero Patricia Abril, directora general de McDonald’s España, cree que “se trata de un liderazgo más participativo que el masculino, porque la mujer no necesita saber quién es el líder. La mujer lidera pero no precisa salir en primera plana”.

Otro rasgo común a todas, que alaban la cohesión de sus equipos, es una gran capacidad de organización, vital para priorizar, planificar y anticiparse a los acontecimientos, señala Rocío Puerta.

En el libro se habla también de la habilidad para conectar no sólo con los miembros de los equipos sino con uno mismo. Los líderes del siglo XXI, hombres y mujeres, presentan “una mezcla paradójica de modestia personal y de empuje profesional”.

Derribar techos
Otro asunto es el del famoso techo de cristal, que va camino de resquebrajarse. María Dolores Dancausa, consejera delegada de Bankinter, insiste en que ella no tiene mensaje feminista, porque ha hecho siempre lo que ha querido. “Una carrera de alta dirección pasa por una enorme autoexigencia, sacrificios y renuncias para aprovechar las oportunidades”. Y postilla: “El día que nos demos cuenta de que no somos imprescindibles –que no lo somos– comprenderemos que es la propia mujer la que se cierra a realizarse”.

Blanca Montero piensa de forma parecida. “Nunca me he preocupado de las limitaciones. Me he dedicado a trabajar y a hacerlo lo mejor posible”, explica en el libro.

Respecto al tema tan traído y llevado de la conciliación, Charo Izquierdo, directora de la revista Yo Dona, asegura que no le gusta “hablar de conciliación laboral y familiar, sino de conciliación, en sentido general. Ahora, quien más quien menos, sabe que como mínimo tiene derecho a ser feliz en la empresa”. Sin embargo, aunque tiene la teoría bien aprendida, admite que concilia mal. “Es porque me encanta mi trabajo”, confiesa.
 

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