Retrato del poder empresarial. ¿Dónde están las directivas?
Creado por Joana Sánchez , el Miércoles 10 de Noviembre de 2010

El pasado fin de semana, El País Semanal publicó un reportaje (leer reportaje) en el que aparecían los miembros que componen la cúpula directiva de diez de las grandes corporaciones empresariales españolas líderes en su sector. He de reconocer que me produjo una desagradable sensación, pues la participación femenina en este primer nivel ejecutivo es prácticamente simbólica.

De los 89 directivos que aparecen en este reportaje, sólo 7 son mujeres. De las 10 corporaciones empresariales que se describen 4 de ellas no tienen ni una mujer en su primer equipo directivo, y estas son nada más y nada menos que Telefónica, ACS, La Caixa y MAPFRE.

¡Curioso que esto ocurra en un país donde el Parlamento ha aprobado una ley de igualdad en la que se fija el horizonte de la paridad como una meta deseable! Pero sobre todo, en un momento histórico donde diferentes estudios como el de "Women Matter" demuestran que las empresas donde las mujeres adquieren un papel importante, tanto en cargos directivos como en Consejos de Administración, resultan ser las compañías con mejores resultados, tal y como publicamos en el primer post de nuestro blog: http://bit.ly/9Ia1vn

A lo largo de estos últimos años hemos tenido la sensación de que la mujer estaba superando, rápidamente, el ostracismo profesional que históricamente habíamos sufrido. El número de mujeres que se han licenciado en las universidades españolas últimamente, no sólo ha conseguido la paridad sino que en muchas especialidades incluso la ha superado con creces. En el ámbito profesional la tendencia también ha sido muy clara, pues las mujeres hemos conquistado puestos de trabajo que históricamente habían estado vetados para nosotras y nos hemos incorporado en masa a sectores tan complejos como la sanidad y la justicia. También el sector financiero ha incorporado un buen porcentaje de mujeres en sus oficinas bancarias o incluso en los puestos directivos de primer nivel de sus redes de oficinas.

Todo esto es muy cierto, pero no debe llevarnos a conclusiones equivocadas. Una cosa es que las mujeres hayamos abierto nuestra participación en el mundo del trabajo profesional, y otra muy diferente, es que participemos y adquiramos puestos de relevancia (en términos de poder) en los entornos de la economía real. El mencionado reportaje de El País ¡nos sitúa con dolor en la realidad! Las profesionales españolas ¡continuamos estando marginadas del poder en las organizaciones empresariales!

El poder continúa siendo masculino, bien porque los hombres no desean compartirlo o porque las mujeres nos auto-marginamos de él: porque no nos sentimos atraídas por sus atributos o porque no estamos dispuestas a masculinizar nuestros valores para poder acceder a este poder. Éstas son algunas de las preguntas que están sobre la mesa. La verdad es compleja y seguramente debe tener justificaciones en distintos ámbitos.

Desde mi punto de vista, sólo cuando podemos dirigir en femenino nos interesa mantenernos en el poder, y esto ocurre pocas veces en las grandes corporaciones españolas. Por el contrario, cada vez más, las mujeres estamos emprendiendo y creando proyectos propios en los que podemos dirigir e implicarnos con nuestros propios valores.

No hay duda alguna que desde el punto de vista de los intereses objetivos de lo que podríamos llamar "el sistema", la incorporación masiva de la mujer al trabajo profesional le ha supuesto grandes ventajas y le ha permitido consolidar lo que ahora llamamos el estado del bienestar. Las unidades familiares con mayor capacidad de consumo, por la integración de los salarios del hombre y de la mujer, han terminado generando un nuevo modelo de sociedad. La demanda agregada se ha multiplicado considerablemente en relación a periodos anteriores, en los que la mujer permanecía sólo en el ámbito doméstico. Los poderes económicos, claramente de composición masculina, han apoyado decididamente esta incorporación de las mujeres en el mundo laboral porque así les ha interesado y porque no ha supuesto pérdida alguna de poder real para ellos, sino todo lo contrario, les ha supuesto la consolidación de "su sistema".

Las cúpulas corporativas empresariales , compuestas casi exclusivamente por hombres, no se han sentido aludidas por el hecho de que sus bases se hayan feminizado. Ellos, los primeros espadas de la dirección empresarial, se consideran más capacitados que las mujeres para ejercer el poder. ¡Ésta es una importante conclusión que debemos retener!

Es cierto, sin embargo, que la mayoría de mujeres capacitadas para ejercer el poder de la alta dirección se sienten menos atraídas por él que sus colegas masculinos. Éste es un tema de valores, de prioridades; es una cuestión de equilibrio entre el mundo laboral y personal. La incorporación de las mujeres en las cúpulas directivas requiere, sin duda alguna, un cierto compromiso para modificar los valores del comportamiento directivo. Se trataría de hallar mejores equilibrios y niveles de comportamiento más globales y maduros. Los hombres deberían ser los más interesados en potenciar estos cambios porque serán también sus principales beneficiarios.

¡Y un último apunte! Los equipos directivos deben tener una óptima composición para poder liderar la complejidad. No me cabe duda alguna de que los equipos mixtos de alta dirección están en condiciones muy superiores para poder captar y gestionar estas complejidades que los equipos directivos formados exclusivamente por hombres.

¿Tardaremos mucho en ver un retrato del poder más equilibrado? Un gran reto, ¡sin duda alguna!

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