La mujer es la que debe sacrificarse. Si hay que reducir jornada laboral para atender a los hijos y el hogar, es la esposa o compañera la que debe renunciar a su carrera profesional o a su puesto de trabajo. Así opina el 45,7% de los españoles, según revela el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Podían haber contestado que la decisión debe ser fruto del acuerdo que tome la pareja, así lo hizo el 0,7% de los encuestados, o que vuelva a casa quien menos salario aporta al núcleo familiar, respuesta del 10% de los entrevistados, pero no, la mayoría señaló directamente a la mujer como el sujeto que debe cargar sobre sus espaldas con el cuidado de la familia.

El resultado que arroja la encuesta fue recibida ayer con "desazón", "preocupación" e "insatisfacción" por las políticas gallegas, pero no con sorpresa. Tampoco con pesimismo, pues sostienen que el cambio social es "lento, pero imparable". Eso sí, la encuesta refleja "el machismo que todavía persiste en la sociedad", coinciden la socialista Laura Seara, directora del Instituto de la Mujer, la delegada de la Xunta en Vigo, la popular Lucía Molares, y la diputada del BNG Olaia Fernández Davila.

Para la ourensana Laura Seara, el sondeo del CIS demuestra que una parte importante de la sociedad española es "muy conservadora" y el país necesita "seguir trabajando e invirtiendo en políticas de igualdad" para desterrar roles tradicionales para mujeres modernas que quieren decidir su futuro y no perder su independencia económica. La encuesta reafirma al PSOE en su apuesta por el Ministerio de la Igualdad y las políticas de discriminación positiva hacia las mujeres, que por ley son iguales que los hombres, pero en la práctica sufren todavía los estigmas del pasado, explica Seara. "La igualdad real no existe", lamenta la responsable del Instituto de la Mujer, quien también advierte de que "en momentos de crisis, la sociedad no se puede permitir el lujo de despreciar a la mitad del talento que tiene, porque las mujeres son ya más de la mitad de la población". La lucha por los derechos de la mujer también tiene que ver con "la economía, la eficacia y la competitividad", recalca la socialista ourensana.

"Falta el cambio cultural", observa la delegada de la Xunta en Vigo, Lucía Molares, quien ve clave la educación de las nuevas generaciones para que desaparezca el estereotipo que sitúa a la mujer en la esfera privada de la familia y el hogar, y al hombre en la escena pública. Si los niños juegan al balón y las niñas a las cocinitas, no puede luego sorprendernos que de mayores a las mujeres se las clasifique como amas de casa y se dé por hecho que su lugar es el hogar, razona la dirigente popular, que en Vigo ocupó la concejalía de la Mujer y también la de Deportes, y recuerda como en este último puesto sintió que debía "demostrar que podía ocupar este puesto" que algunos creían destinado a un hombre. "Había cierta predisposición" a dudar si una mujer podía ser la responsables de las polícas deportivas, revela.

La diputada nacionalista Olaia Fernández Davila confiesa a su vez que en política y en todos los partidos también la mujer lo tiene más difícil que el hombre. "Dudan de si eres capaz y siempre buscan a un hombre para tutelarte", admite la parlamentaria del BNG en el Congreso, quien sobre la encuesta del CIS opina que "hay que cambiar una cultura de siglos". "Ésta es una gran guerra y vamos ganando batallas pequeñitas", asevera la diputada de Vigo, y añade: "Hemos andado mucho camino, gracias al esfuerzo de muchas mujeres, muchas han quedado por el camino y queda todavía mucho por hacer".

Para Fernández Davila comprobar que la mayoría de los españoles devuelve a la mujer al hogar genera "impaciencia" en muchas mujeres que han adquirido conciencia de sus derechos, que quieren su lugar en el mundo y que no están dispuestas a renunciar a su independencia. "Tenemos que seguir concienciando a la sociedad de que hombres y mujeres deben compartir las cargas familiares y ambos tienen derecho a tener su vida profesional", propone.